Fue diseñado por un italiano hace 102 años, tuvo 21 viviendas unifamiliares y, con el paso del tiempo, se transformó en un espacio comercial muy pintoresco.
Entre las calles del barrio porteño de Recoleta, escondido entre mercados históricos y edificios emblemáticos, hay un pequeño espacio comercial conocido, en la actualidad, como Pasaje Suizo.
Este estrecho paseo turístico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires está repleto de negocios y recintos culturales. Por lo tanto, es un sitio muy visitado.
Y, al observar su arquitectura y estudiar su historia, también es posible definirlo como uno de los pasajes más antiguos de la ciudad, que aún conserva un estilo único.
¿Qué historia tiene el Pasaje Suizo?
Al caminar por el barrio de Recoleta, más precisamente sobre la calle Vicente López al 1661, es importante prestar atención a las construcciones del lugar porque, en un abrir y cerrar de ojos, aparece el ingreso al Pasaje Suizo.
Este pequeño recorrido fue diseñado por el italiano Felipe Restano en 1922, que eligió este sector de Buenos Aires para construir dos edificios de color tiza, compuesto por dos plantas con 21 viviendas unifamiliares.
Lo curioso es que todas las propiedades estaban enfrentadas y tenían acceso a un pasillo central que, a su vez, lo comunicaba con la calle. Por lo tanto, cuando se transformó en un patio comercial, su arquitectura se convirtió en uno de los detalles más famosos.
¿Cómo se transformó el Pasaje Suizo en un lugar comercial?
Al cruzar el portón de hierro que marca el comienzo del Pasaje Suizo, los vecinos y turistas que ingresan a este “callejón” sin salida, tienen la oportunidad de apreciar el estilo europeo de lugar, al mismo tiempo que ingresan a los distintos comercios.
Es decir, a pesar de que no exista la intención de consumir, es recomendable caminar despacio y visitar los negocios para descubrir algunos detalles de la construcción como, por ejemplo:
- Sus balcones, que están diseñados con un estilo francés.
- Las enormes puertas de madera, que tienen un excelente estado de conservación.
- Las marquesinas.
- Los faroles, colocados de manera estratégica para iluminar cada rincón con un tono de luz muy agradable.
Finalmente, otros puntos de interés, ubicados en el corazón del Pasaje Suizo, son sus espacios culturales. Es decir, en un solo paseo se pueden conocer recintos artísticos como, por ejemplo, el Taller del Pasaje.
¿Por qué esta construcción centenaria no se puede ampliar?
Como hemos mencionado, el Pasaje Suizo, que antiguamente era conocido como Pasaje del Correo debido a una oficina que se mantuvo en el lugar durante muchos años (que aún conserva un buzón rojo), está repleto de negocios que incluyen:
- Restaurantes.
- Cafeterías.
- Una peluquería.
- Oficinas.
- Servicios de medicina.
- Escuelas de teatro y comedia musical.
- Un taller de yoga.
- Un taller de oratoria.
- Un centro de diplomacia.
- Un jardín de infantes.
Pero, a pesar de los múltiples cambios que ha experimentado este callejón en el último siglo, nadie puede realizar ampliaciones en el exterior de los edificios ni mucho menos demoler sectores.
Sucede que el Pasaje Suizo permanece, desde 2009, en el listado de “inmuebles singulares” del Código de Planeamiento Urbano, administrado por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Entonces, bajo esta mención, se estableció que estas construcciones históricas solo pueden ser intervenidas en el interior de las unidades funcionales.
Redacción – Ignacio Risso.
Fuente: Billiken