El organismo, dependiente del Conicet, inicia una serie de actividades donde música popular y conocimiento se conjugan en defensa del patrimonio público.
El Museo Argentino de Ciencias Naturales «Bernardino Rivadavia» comienza este viernes una serie de actividades que proponen la indagación de un vínculo singular: ciencia y música popular.
De eso trata “Tango en el Museo”, un ciclo que tiene dos partes complementarias: a partir de las 19 la propuesta es tomar clases de milonga y desde las 22, disfrutar de un recital a toda orquesta. Esto ocurrirá en la Sala de Paleontología, unos doscientos metros cuadrados que intentan sintetizar la historia de la evolución y transformación de las especies a través de esqueletos y restos fósiles que provienen en un 90 por ciento del territorio nacional.
El vínculo entre ciencia y música puede sonar caprichoso pero se trata, como las capas geológicas, de una serie de sustratos que, juntos, proponen reinventar los usos y costumbres de los museos para que sean parte de la memoria viva de una sociedad.
Esto es lo que explica el biólogo y científico Luis Capozzo, director de este organismo público e impulsor de la iniciativa. «La idea es mejorar la oferta cultural de nuestra institución y a la vez, invitar a la gente a tener un conocimiento patrimonial más profundo. Es que, en definitiva, los museos son por y para la gente. Entonces, en este caso, mientras dialogan con el tango, nuestras científicas y científicos paleontólogos van a estar comentando diversos aspectos relevantes en la historia de la evolución del planeta», explica Cappozzo en diálogo con Página 12.
El ciclo de tango se realizará todos los viernes de mayo, a la misma hora y en el mismo lugar. Esta vez habrá un homenaje a Carlos Garcel y Nelly Omar y una indagación de cómo aparecen los dinosaurios en el tango. Sí, así como se lee. «El hecho de que ciertas cuestiones no se hayan investigado no significa que no existan. Por ejemplo la Orquesta Sciamarella estrenó el año pasado un tango llamado ‘El plesiosaurio’, que por supuesto interpretarán en este ciclo», continúa Cappozzo.
El museo, explica, es la vitrina del Instituto de Investigaciones, cuyos científicos y científicas contribuyen de manera permanente a la investigación de la ciencia y tecnologia, presevando las colecciones que luego se exhiben (aunque la investigación es mucho más voluminosa que el espacio disponible). Esa «trastienda», sostenida por trabajadores y científicos del Conicet, tiene un valor fundamental porque se dedica, justamente, a toda la investigación de la vida natural y a la amplicación del acervo museístico. Juntos, forman parte de una de las más de trescientas unidades ejecutoras del Conicet en el país. O sea, participar de esta actividad es una forma de apoyar la ciencia y el conocimiento en un momento particularmente complejo para estas disciplinas, producto del desfinanciamiento del gobierno nacional.
Además, la idea es recaudar fondos para seguir poniendo en valor las salas a partir de cuatro ejes:Biodiversidad y Evolución, Agua, Aire y Tierra. En ese sentido, los recursos naturales (o sea, los cuatro ejes de las salas) son los nuevos bienes preciados ya que tenerlos o no es esencial para la supervivencia personal y política, tal como demuestra la lucha por la hegemonía del agua o el litio. De ahí a la discusión en torno a la concentración de riquezas y los intereses territoriales que esto genera, hay un paso. «Tenemos que alejar el zoom y mirar de manera global el tema de la historia natural, que es historia, presente y futuro. La ciencia brinda una llave para una transición posible, por ejemplo, hacia la utilización de energías renovables. Pero para eso tiene que haber responsabilidad política. Y además, una ciudadanía dispuesta conocer su propio patrimonio», dice Cappozzo.
«Este museo surgió en 1812 por iniciativa de Bernardino Rivadavia. El objetivo era generar un museo nacional para recabar información en torno a los recursos disponibles en un momento muy preliminar de la historia de nuestro país. Más de 200 años después, la función del museo cambió y no solo se trata de preservar y atesorar sino además de ofrecer conocimiento para construir pensamiento crítico«, explica Cappozzo.
La función de un museo se va transformando, entonces, a lo largo del tiempo. Capozzo considera que es necesario ponerlo a dialogar con la complejidad actual del campo científico y las diversas formas de la cultura a través de actividades que, sin perder espesura, sean capaces de ampliar el conocimiento y el disfrute. «Pese a todo, seguimos trabajando en la construcción de un proyecto colectivo para ofrecerle al público salas modernas y nuevos conocimientos», continúa el biólogo.
De hecho, tras el ciclo «Tango en el Museo», es probable que la idea se expanda hacia el vínculo que el rock, el trap u otros géneros tienen con el conocimiento científico. Algo que un músico de lucidez incombustible ya dijo hace tiempo cuando vaticinó que «los dinosaurios van a desaparecer».
Agenda tanguera
Cada viernes de mayo, «Tango en el Museo» se iniciará con clases de tango y milonga a cargo de Rosi Boyer y Valeria Scheidegger, con la participación de DJ Guillermo Lima. De manera paralela, habrá charlas sobre ciencia y recorridas por el museo a cargo del equipo de científicas y científicos de la institución. A partir de las 22 comienza el show musical que en esta fecha está a cargo de Victoria Morán junto al dúo Avilano-Fredes. 22hs El viernnes 17 será el turno de Sciammarella Tango, con Pablo Amster como invitado. El viernes 24 toca el Quinteto La Grela y el viernes 31, Martín Alvarado, Gerardo Villas y Los Aguirre. Por información y ventas de entrada, se puede consultar la web del museo: www.macnconicet.gob.ar
Fuente: Página 12