Explorando las memorias de la tragedia de Cromañón, la ópera prima de la escritora ofrece una visión íntima de cómo una generación en particular, debió enfrentarse de manera violenta a su mortalidad
Clara se pierde en el bosque, estreno de esta semana, es una mezcla innovadora de documental y ficción que explora los recuerdos de la adolescencia y la vigencia de las enseñanzas de la tragedia de Cromañón. La película es una obra de Camila Fabbri, reconocida por su multifacética carrera como escritora, dramaturga y actriz. La noticia de su estreno llega tras un buen recorrido en diversos festivales internacionales.
Para Clara se pierde en el bosque, Fabbri se basó parcialmente en su experiencia personal y en ideas de su libro El día que apagaron la luz. La película fusiona el documental con la ficción para abordar temas como la maternidad, el duelo y la identidad, a través de la perspectiva de Clara, quien utiliza grabaciones de audio y material de archivo para construir una memoria colectiva de su juventud. Esta mezcla de géneros proporciona una mirada única a las repercusiones emocionales del traumático evento que cobró la vida de casi doscientos jóvenes en diciembre de 2004.
Además de abordar uno de los sucesos más oscuros en la historia reciente de Argentina, la obra de Fabbri examina la complejidad de las relaciones personales y familiares. La narrativa también indaga en cómo los traumas pasados pueden influir en las decisiones actuales. Situada entre los recuerdos de la época del rock barrial y las reflexiones sobre la adultez, ofrece una representación genuina y conmovedora de la generación millennial. El relato utiliza técnicas multimedia como audios de WhatsApp, vídeos caseros y reuniones familiares para tejer una historia en una ciudad devastada por la crisis, pero también reflexiona sobre la fragilidad de la vida y el significado de la supervivencia.
Conforme a las palabras de la directora, “la película propone una conversación entre dos amigas que vivieron en peligro”, precisando que su objetivo era recobrar esos años de juventud para reconfigurar aspectos del presente. En este sentido, el formato híbrido de la obra permite una inmersión profunda en la psique de sus protagonistas. Fabbri, a sus 34 años, ya ha impactado en áreas como la literatura, donde fue reconocida por la revista literaria Granta entre “los 25 mejores narradores menores de 35 años en español” en 2021, indicando una prominente carrera que ahora se expande hacia el cine.
La propuesta de Clara se pierde en el bosque se erige como un testimonio de cómo las experiencias vividas en los conciertos de rock, en espacios que para muchos jóvenes eran santuarios de libertad, se transformaron dramáticamente. Este evento no solo significó el fin de una era para una generación, sino que también dejó enseñanzas dolorosas sobre la mortalidad y la impermanencia. La estimulante colaboración entre Fabbri y otros creativos como Eugenia Perez Tomas, con quien cocreó obras teatrales que fueron bien recibidas por el público y la crítica, promete una narrativa cinematográfica rica y conmovedora.
Infobae Cultura entrevistó a la escritora y directora para abordar algunos disparadores que la impulsaron para crear este proyecto que hace tributo a la amistad y a la música como impulso de libertad.
—¿Cómo nace este proyecto y cómo se relaciona con tu primer libro El día que apagaron la luz?
—La película y mi primera novela son dos proyectos que nacieron por vías diferentes. El libro se publicó en 2019 y lo trabajé durante tres años más o menos. La película fue un proyecto que surge a partir de una propuesta del productor Diego Dubcovskyque quería que yo desarrolle un guión para dirigirlo. Al principio, me sugirió la posibilidad de trabajar con El día que apagaron la luz, pero no quise escribir algo que fuera una versión del libro, quería despegar de ahí. Allí surge Clara se pierde en el bosque, que toma un poco el tema, pero habla de otras cosas. Hay un vínculo entre las dos obras, tomo algunas cosas de la estructura del libro para la película, pero es una ficción en la que una sobreviviente se encuentra un poco con las demandas de la adultez, de los 30 y pico, y también está haciendo una revisión un poco de su adolescencia.
—¿Hay elementos de tu historia personal en ella?
—No hay elementos de mi historia personal en la película. Si bien hay algo real que es que yo tuve un vínculo con los hechos y fui rollinga en la adolescencia. No usé material de mi vida estrictamente, pero el material de archivo que usamos es real, que fuimos recolectando con un archivista. Todas las imágenes que se ven en la película son más o menos del 2001, previo a Cromañón: un poco engloban como la esencia más que nada de las tribus urbanas. Con respecto a la ficción, es la historia de Clara y el vínculo que tiene con su amiga de toda la vida. Si bien Martina, la chica que hace de su amiga, es en la vida real mi amiga de la adolescencia, es solo un guiño. Pero en la película no está dicho, es solo un dato de color.
—¿Qué sucedió durante las presentaciones internacionales pensando que tocan temas muy argentinos, como Cromañón o las tribus urbanas?
—La película se estrenó en San Sebastián, después estuvo en Turín, en Italia, en La Habana. Tiene una placa introductoria en la que cuenta un poco lo que pasó, pero obviamente no es lo mismo. Es una película de mucha idiosincrasia argentina, no solo porque es una tragedia nuestra, sino porque hay un contexto que tiene que ver con haber nacido y crecido en una ciudad como Buenos Aires después de una crisis tan grande como el 2001. Hay muchos elementos que están como desperdigados en la película, que quizás alguien de afuera no los va a agarrar, pero va a agarrar otras cosas. Seguramente tengan experiencias diferentes, que van más por lo universal de haber vivido una experiencia muy traumática de jóvenes y después como eso dispara todo lo demás que viene posteriormente.
—¿Cómo sentís que te marcó a vos esa tragedia?
—No lo tengo tan claro todavía. Creo que después de muchos años uno puede entender un poco cuál es el relato que uno puede armar y ni hablar de la gente que realmente sobrevivió, que estuvo grave. 20 años es bastante, pero es bastante poco también para poder hacer una elaboración concreta. Lo que sí sé es que yo pude contar algunas cosas que quería y necesitaba contar. Pude hablar con amigos y amigas y reivindicar un poco nuestra juventud que no fue solamente trágica. Después, cómo afectó y cómo me sigue afectando no lo sé. Sé que al menos no me inmovilizó.
—¿Qué elementos de tu experiencia como actriz, dramaturga y escritora te ayudaron para esta película?
—Me sirvió mucho la experiencia de haber estado presente en varios rodajes como actriz y de haber dirigido teatro. Desde chica dirigí obras de teatro y en los últimos años dirigí dos obras un poco más grandes con Eugenia Pérez Tomas. En gran parte, el trabajo de dirigir actores fue lo que me impulsó también a animarme a hacer el proyecto. Porque si no hubiera pasado por esa experiencia antes, quizás no iba a tener realmente herramientas para hacerlo. Me ayudó también que conocía a todos los actores, los elegimos muy rápidamente.
—¿Cómo quisiste que se reflejen estos temas universales como la maternidad y la amistad?
—Evidentemente, la maternidad es un tema que a mí me ha gustado bastante. Publiqué una novela donde también aparece mucho este tema. Una cosa es el tiempo orgánico del cuerpo y otra cosa es el tiempo cultural, digamos, que cambió un montón. Una mujer hoy empieza a ser madre de los 35 en adelante, antes por ahí no había tiempo, ganas o dinero. Me parece que es un tema que está super presente, que invade la ficción y muy probablemente tiene que ver con el momento de la vida en el que estoy. En general, para las mujeres es un tema bastante clave, más allá de que quieras o que no quieras tener hijos. Es algo de lo que se habla y es raro que eso no aparezca en la producción de una artista. En ese sentido, en la película busqué hablar del tema de una manera luminosa.
Necesitaba que apareciera ese lugar de estar a salvo, de novedad, de algo distinto, nuevo en la vida de Clara. Creo que ella quiere, solo que nunca lo pensó seriamente. Naturalmente, pasa eso, que algunas amistades empiezan a maternar y eso impacta en ella. Me parece que hay algo de esa juventud compartida que marca muchas cosas después para la vida y ni hablar de lo que puede significar haber compartido un hecho tan trágico y tan parte aguas en la vida de las dos. Sin embargo, hay algo un poco más luminoso en el recorte que hace la película, donde una de ellas está embarazada y empieza a conectar un poco con eso y a dejar atrás el pasado y pareciera que Clara está un poco más estancada en ese sentido.
—La película se estrena en un momento muy complicado para la cultura en general, ¿cómo estás viviendo esta situación?
—Estos proyectos surgieron previo a la pandemia, cuando el mundo era algo más normal digamos. Creo que la mayoría de los artistas o trabajadores de cine no sabemos qué vamos a hacer mañana. Es difícil la idea de proyectar a futuro o a los próximos tres meses. Hay algo del vaciamiento cultural, intelectual, social que están golpeando de una manera muy concreta y muy simbólica. Me parece muy difícil proyectar o tener deseo.
Fuente: Infobae