La editorial Averso publica Los poetas decapitados, una antología que recoge el trabajo de aquellos jóvenes poetas de principios del siglo XX —Ernesto Noboa, Medardo Silva, Arturo Borja y Humberto Fierro— que quisieron convertir la lírica ecuatoriana en un acontecimiento modernista. El grupo recibió el nombre de Generación Decapitada debido a la temprana muerte de todos sus integrantes.
En Zenda reproducimos cuatro poemas de Los poetas decapitados (Averso).
Estancias
Se han unido la hora, el piano y tu cuerpo
para hacerme morir de nostalgias fragantes.Juan Ramón Jiménez
II
¡Qué rosas de armonía deshojas a la tarde,
cuando sobre las teclas -lirios blancos y negros
insinúan tus manos, en un lírico alarde,
las finas carcajadas de los locos allegros!
La agonía del sol pone de oro la estancia…
los verdinegros árboles son vagamente rojos…
y, desde el corazón —búcaro de fragancia—
¡sube un dulzor de lágrimas que hace nublar los ojos!
IV
Se abren tus dos pupilas como dos precipicios
por los que ruedan almas al sueño y a la nada,
(Mujer, dame a probar tus dulces maleficios;
¡húndeme el luminoso puñal de tu mirada!…)
Surgen tus manos breves, lánguidas y perdidas,
como lirios carnales, de las batistas claras…
(Yo pienso que gustoso te daría mil vidas,
para que con tus manos finas me las quitaras!)
X
Inmóvil duerme el agua del estanque aceituna
bajo las melodiosas cúpulas florecidas,
y, como Ofelia en Hamlet, va el cuerpo de la luna,
inerte, sobre el lecho de las ondas dormidas…
Las dos… soñando en Ella, por la avenida voy…
mis brazos la presienten y mi labio la nombra…
¡Inútil idealismo! ¡si únicamente soy
una sombra que busca las huellas de otras sombras!
XXIV
Rosas blancas deshojan los blancos surtidores;
al caer, el ocaso los pétalos irisa
y la fuente del Término coronado de flores
modula un canto igual a una nerviosa risa…
Yo, como un habitante pálido de otra vida
—Lázaro espiritual— marcho con lento paso…
¡y las fuentes parecen en la tarde dormida
mujeres cuyas voces son de seda y de raso!
De MEDARDO ÁNGEL SILVA
***
En el blanco cementerio
Para Carmen Rosa
En el blanco cementerio
fue la cita. Tú viniste
toda dulzura y misterio,
delicadamente triste…
Tu voz fina y temblorosa
se deshojó en el ambiente
como si fuera una rosa
que se muere lentamente…
Íbamos por la avenida
llena de cruces y flores
como sombras de ultravida
que renuevan sus amores.
Tus labios revoloteaban
como una mariposa,
y sus llamas inquietaban
mi delectación morosa.
Yo estaba loco, tú loca,
y sangraron de pasión
mi corazón y tu boca
roja, como un corazón.
La tarde iba ya cayendo;
tuviste miedo y llorando
yo te dije: —Estoy muriendo
porque tú me estás matando.
En el blanco cementerio
fue la cita. Tú te fuiste
dejándome en el misterio
como nadie, solo y triste.
De ARTURO BORJA
***
Morfina
¡Morfina,
divina!
De las almas tristes celeste beleño,
fuente inagotable para todo ensueño,
eficaz alivio de todo sufrir.
Bálsamo piadoso para toda herida,
de los soñadores dulce prometida
que nos indemnizas del mal de vivir.
Tú sabes secretos de faquires magos,
para las dolencias, para los estragos,
para los embates de toda aflicción.
Al contacto leve de tus manos buenas
se cura la angustia, se mata las penas,
y nos nacen alas en el corazón.
Muchos compadecen a los que te amamos,
los pobres no saben por qué te buscamos
y por qué es tu culto nuestro único amor.
Culto bondadoso de los que soñamos,
de los que sufrimos, de los que lloramos,
de los predilectos hijos del Dolor.
De los que llevamos el secreto anhelo
de batir las alas y emprender el vuelo,
lejos de este mundo, lejos de este suelo,
donde tiene un trono la vulgaridad.
Y para la inútil vida cotidiana,
tú tienes consuelos como una hermana,
como una Hermana de la Caridad.
¿Tú fuiste, acaso, el fruto prohibido
que entre los follajes se hallaba escondido
del árbol del Bien y del Mal?
¿Por qué Dios al hombre desdichado le hizo?
Pero ya tenemos otro paraíso,
¡aunque éste sea artificial!
Tú idealizas todas las cosas grotescas
y por ti vivimos en aladisnescas
ciudades de oro, nácar y marfil.
Del joyel del sueño nos abres los broches
y es la vida un cuento de Mil y Una Noches,
y es la vida un sueño de un cuento de abril.
¡Morfina,
divina!
Dame tus caricias para resistir
el amargo acíbar de nuestra existencia,
dame tu veneno, dame tu inconciencia,
porque ya sin ellos no puedo vivir.
De ERNESTO NOBOA Y CAAMAÑO
***
La tarde muerta
Se moría la tarde rosa
de una primavera lejana,
desmayándose temblorosa
en los vidrios de mi ventana.
Por mi alcoba cerrada al huerto
y a la carretera tan larga,
pasaba el minuto desierto
con una lentitud amarga.
Ya del sol no quedaba ni una
mancha de oro en el infinito.
Yo no he visto cosa ninguna
más triste que ese azul marchito.
¡Tanto tiempo! Dije, hace tanto
que declinó esta tarde mustia
con un helado desencanto
y aromada de vieja angustia.
Delante de los callejones
bordados de ramas gentiles,
al rimar mis desolaciones
bajo mis canas infantiles.
…Oh, la sentimental pobreza
de los que ni una flor cortamos,
porque fue hostil la maleza
para la prisa que llevamos.
De los romeros taciturnos
que fuimos desdeñando todo,
llenos de los cielos nocturnos
que mientes astros en el lodo.
¡Caminos tiene el alma!…
¿Fuimos quizás en busca de un remedio…?
siempre asolados nos rendimos
ante las llanuras del tedio…
Y después de soñar ilusos
que el término no estaba lejos,
nos despertamos muy confusos
porque nos encontramos viejos.
Ah, quién mirara la dulzura.
De HUMBERTO FIERRO
Fuente: Zenda Libros