A las novelas de Reyes, Bazterrica, Sosa Villada y Cabezón Cámara se agrega Enríquez y su confesa historia de amor con el grupo Suede.
Cuatro esperadísimas novelas y el bonus-track representado por Mariana Enríquez en plan autobiográfico/ensayístico confluyen en los anaqueles tucumanos. La oferta, tan tentadora, tiene a las mujeres como protagonistas, todas destacadas figuras de la escena literaria. Como sostiene María Moreno -que además de ser una brillante escritora es una filosa analista cultural-, desde hace tiempo gran parte de las propuestas más audaces y disruptivas en el campo literario están escritas por mujeres y trans. Estos títulos, firmados por Dolores Reyes, Gabriela Cabezón Cámara, Camila Sosa Villada y Agustina Bazterrica, amplían ese catálogo.
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“Para abordar un montón de cosas que duelen físicamente y espiritualmente, las mujeres hemos aprendido a trampear el dolor juntas”, apunta Reyes (Buenos Aires, 1978). Y no son mujeres comunes las que habitan “Miseria” ni es común el lazo que las une.
La historia parte de la anterior novela de Reyes, “Cometierra”, un fenómeno de ventas y de crítica -con traducción al inglés y al francés- protagonizada por una chica que al tragar tierra adquiere la capacidad de visualizar qué sucedió con víctimas de femicidios y de trata. Reyes continúa aquí la saga de Cometierra, pero Miseria es un personaje del que se enamoró y por eso captura el relato. Miseria y Cometierra conforman una particular amistad. Son diferentes, pero marchan juntas y se complementan. Son, claro, excepcionales.
La temática básica de “Miseria”, heredada de la novela anterior, se expande. Sin perder el foco en la cuestión de los femicidios, Reyes ahonda en otros aspectos -como la violencia obstétrica-, siempre con el cuerpo de las mujeres, ya sea como ausencia/búsqueda o desde su vulneración, como eje.
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Transcurre el siglo XVII y por América transita un personaje que Cabezón Cámara (Buenos Aires, 1968) pescó al vuelo. Catalina de Erauso -llamada la Monja Alférez- fue autorizada a vestirse de hombre y así constituyó un personaje que la escritora define entre lo siniestro y lo picaresco. “Anduvo entre el genocidio cultural y aventuras un poco grotescas”, apunta. Esas andanzas de la Monja Alférez son las que pueblan “Los niños del naranjel”, relato que transita entre la crueldad propia de los conquistadores y la ternura expresada en el acto de proteger a tres chicos de la furia desatada en plena selva.
“Me interesó partir de esa historia para pensar y explorar un montón de temas. Uno es la posibilidad de cambio en las personas en el sentido muy fuerte. Después, cuestionar la versión única de la historia, pensar qué otras historias hay. Cómo se puede ver de otro modo algo que me parece vital en este momento de crisis civilizatoria, de crisis planetaria. Porque la razón occidental, la razón única de la Historia, nos está llevando a la muerte de toda forma de vida compleja”, sostiene Cabezón Cámara. “Los niños del naranjel” sucede al extraordinario abordaje del canónico “Martín Fierro” que la escritoria realizó en “Las aventuras de la China Iron”.
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Al igual que “Cometierra” para Reyes, “Las malas” significó un debut impactante para Sosa Villada (Córdoba, 1982) en el campo de la novela. El año pasado la también actriz y dramaturga editó una selección de cuentos (“Soy una tonta por quererte”), y ahora Tusquets pone en circulación “Tesis sobre una domesticación”, editada originalmente en 2019 por el diario Página/12 en su colección Biblioteca Soy (ejemplares muy difíciles de conseguir, por lo general ante su pedido la respuesta es “sin stock”).
Una actriz trans y su marido, un abogado homosexual, adoptan un niño de seis años seropositivo (cuya madre se suicidó al descubrir que le había transmitido el HIV). Las dinámicas de esa familia son las que despliega “Tesis sobre una domesticación”, que llegará pronto al cine con guión de la propia Sosa Villada. La novela -como enfatiza la autora- trasciende la mirada introspectiva de una travesti, proyectándose en la dirección opuesta: lo que una travesti piensa del mundo y de la sociedad.
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Pasaron seis años desde que “Cadáver exquisito” colocó a Bazterrica (Buenos Aires, 1974) en el centro de la escena. En 2020 publicó un libro de cuentos -“Diecinueve garras y un pájaro oscuro”- y ahora regresa a la novela con “Las indignas”. En un futuro posapocalíptico en el que se desarrolla la historia son mujeres las que integran una secta horrorosa, al servicio de un único hombre al que jamás ven.
Destaca Bazterrica que en “Las indignas” hay miedo, del que se desprende la violencia, pero también amor. Y sobre todo, la desolación de un mundo distópico, arrasado por plagas que hoy experimentamos, desde el cambio climático a las guerras por los recursos naturales. Todo narrado, subraya la autora, con un cuidado por la palabra orientado a la búsqueda de la belleza.
La Gaceta