(CNN Español) — El carnaval es, en todo el mundo, una de las expresiones populares más antiguas de la humanidad. La Enciclopedia Britannicaidentifica dos posibles orígenes: las fiestas dedicadas al dios Saturno en el Imperio romano pagano y una celebración primitiva que «honraba el comienzo del nuevo año y el renacimiento de la naturaleza». Cualquiera sea la verdad, algo de esas dos celebraciones llega hasta el día de hoy a Argentina, uno de los países que honra el festejo con días feriados y eventos callejeros.
Al menos así ocurre desde el año 2010, cuando los días de carnaval fueron instituidos como feriados nacionales y, desde entonces, en numerosas ciudades del país se conmemoran con diferentes eventos en plazas, clubes y en las calles. Cada región del país celebra el carnaval de diferentes formas: con eventos masivos con carrozas; con espectáculos de percusión y comparsas que desfilan por un corsódromo; en los barrios con murgas, cabezudos, estandartes y escenarios en calles, clubes y plazas; y también aquellos en los que las comparsas recorren casas y calles, donde se encuentran y mezclan el público y los artistas, en una celebración popular.
Sin embargo, al igual que sucedió en el resto de América Latina, el carnaval tiene una larga historia, ya que se festeja al menos desde la llegada de Cristobal Colón a América.
¿Cuál es la historia del carnaval en Argentina?
El carnaval fue introducido en Argentina por lo españoles. Sin embargo, María Luz Endere, arqueóloga, abogada e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, afirma que en América Latina y el Caribe, aunque el carnaval se expandió con la tradición católica como un período de festejos y diversión, también incorporó elementos de las culturas andinas prehispánicas y afroamericanas.
Al principio, la celebración estaba vinculada a los días previos a «limpiar la carne», lo que más tarde derivó en la prohibición religiosa de consumirla durante los 40 días que dura la cuaresma.
De acuerdo con una publicación del Ministerio de Cultura, la celebración tuvo distintas expresiones en diferentes periodos. Así, en tiempos en los que Argentina era una colonia española, tanto los sectores populares como los pudientes tenían sus celebraciones, aunque cada clase social lo hacía en un lugar distinto de lo que por entonces era Buenos Aires.
Con todo, la fiesta popular fue tomando el espacio público con desenfreno y bullicio, en lo que las clases altas consideraban «costumbres bárbaras». «Los bailes y los juegos con agua inundaron las calles. Desde los balcones llovían fuentones, huevos ahuecados rellenos con agua, baldes de agua de lavanda para mojar a los amigos y de agua con sal para los enemigos», relata el Ministerio de Cultura.
Mercedes Mariano, antropóloga e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en el Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano, considera que, a lo largo de la historia argentina, los carnavales fueron una forma de resistencia: «Desde épocas coloniales los festejos incluían imitaciones y burlas, usualmente a las autoridades, constituyéndose en rituales de resistencia para contradecir el orden establecido. Consistían en un breve período de libertad, un paréntesis, en medio de las opresiones que caracterizaban su cotidianeidad», explica.
Entre finales del siglo XVIII y la primera parte del XIX, los Gobiernos de turno se hicieron eco de los reclamos de los sectores más pudientes, por los que los festejos fueron limitados a lugares cerrados y el toque de tambor —sello identitario de la importante población africana— se castigó con azotes y con hasta un mes de cárcel. Finalmente, y hasta el año 1954, el carnaval fue censurado, castigado y prohibido.
Fue Domingo Faustino Sarmiento el encargado de recuperar los festejos a finales del siglo XIX. Según el Ministerio de Cultura, lo hizo tras un viaje por el mundo en el que, durante una parada por Italia, quedó encantado por la idea del anonimato tras las clásicas máscaras venecianas.
En 1869, Sarmiento promovió el primer corso oficial, un evento cuyas mayores atracciones eran las murgas y las comparsas compuestas principalmente por afrodescendientes. «La elaboración de disfraces y máscaras que intentaban igualar, sin distinción, a todos los participantes», era otro de los atractivos del evento, de acuerdo con el Ministerio de Cultura.
Mientras que, para los afroamericanos, el carnaval era un ámbito más donde compartir su música, para los blancos, en cambio, era un espacio acotado para la liberación de las normas opresivas, donde se permitía «la alegría, la burla y el desenfreno».
En el siglo XX, el carnaval se vio modificado por la influencia de los inmigrantes italianos y españoles: «Se produjo el pasaje de las comparsas de candombe a las murgas, que comenzaron a bailar y tocar en los corsos».
Eso se vio interrumpido por la dictadura cívico-militar que comenzó en Argentina en el año 1976, que eliminó esas fechas del calendario oficial y prohibió las celebraciones callejeras, hasta el regreso de la democracia, en 1983.
«A pesar de que solo habían sobrevivido una decena de murgas, el fenómeno carnavalesco continuó con mucha fuerza en los barrios y volvió a ganar el espacio público», recopila el Ministerio de Cultura.
Con información de Ángela Reyes Haczek, de CNN.
Fuente: CNN