Al no haber tenido hijos, el Premio Princesa de Asturias de las Letras decidió proteger su legado incentivando la creación de una biblioteca de cinco pisos que alberga más de 3.000 libros, manuscritos originales y traducciones, así como aproximadamente 10.000 discos procedentes de su legendaria colección de vinilos.
Haruki Murakami (Kyoto, 1949), el flamante nuevo Premio Princesa de Asturias de las Letras, ya se encuentra en Oviedo para recoger su galardón este viernes en el Teatro Campoamor de manos de la princesa Leonor.
Está por confirmar sin embargo si a la ceremonia le acompañará Yoko Takahashi, la que ha sido su esposa durante más de 50 años. Y es que aunque el amor y el desamor siempre han sido temas recurrentes en la obra de Murakami, su vida privada y la relación con su mujer siempre las ha llevado con discreción y apenas habla sobre ellas en las ya de por sí pocas entrevistas que concede.
Sí se sabe que Haruki y Yoko se conocieron a finales de los años 60cuando ambos eran estudiantes de Arte Dramático en la Universidad de Waseda, una de las instituciones privadas más prestigiosas de Japón (y una de las más difíciles de acceder).
Se casaron muy jóvenes, en 1971, cuando ambos habían apenas sobrepasado la veintena, y su primer sueño profesional tenía poco que ver con la literatura: abrir un club de jazz, algo que lograron gracias a un préstamo del padre de ella (los de él no veían precisamente con buenos ojos que su hijo se dedicara a un trabajo que no consideraban de provecho).
Lo regentaron durante unos años, hasta que Murakami tuvo claro que su destino era dedicarse a escribir. De acuerdo a la leyenda (se hace referencia a ella hasta en su página web oficial, así que la podemos considerar canon) el golpe de inspiración le llegó durante un partido de béisbol (su otra gran pasión junto a la música) que vio en directo en 1978 entre los Yakult Swallows y los Hiroshima Carp. Impresionado por la manera de batear del estadounidense Dave Hilton, Haruki se dio cuenta de que era capaz de escribir una novela. Esa noche llegó a casa, comenzó a escribir y el resto es historia.
Su primer libro, Escucha la canción del viento, vio la luz un año después, y en 1987, cuando publicó Norwegian Wood (Tokio Blues), se convirtió en un mito literario viviente (además de en eterno aspirante al Nobel). Durante su trayectoria siempre ha tenido a su lado como su principal apoyo a Yoko, que es la primera persona que tiene acceso a sus manuscritos y la opinión que tiene más en cuenta. «Seguimos siendo amigos, hablamos mucho y ella me ayuda mucho. Respeto su opinión y a veces nos peleamos porque en ocasiones es muy dura», dijo en una entrevista para The Guardian.
Lo que ambos han tenido claro siempre es su voluntad de no tener descendencia. Así explicó su decisión el propio Murakami en una entrevista que concedió en 1984: «No puedo tener hijos. No confío, como hizo la generación de mis padres, en que el mundo vaya a mejorar».
Es una decisión que también le ha llevado a querer proteger su legado y su herencia en vida, algo con lo que se ha puesto manos a la obra en los últimos años, consciente de que ya ha entrado en la séptima década de existencia.
Así, a finales de 2021 ofreció su primera conferencia de prensa en Japón en más de 35 años para anunciar la creación de la Biblioteca Haruki Murakami en la Universidad de Waseda, su alma mater. Más que un archivo, es un verdadero museo dedicado a su vida y obra que alberga más de 3.000 libros, lo que incluye manuscritos originales donados por él y traducciones de sus novelas en múltiples lenguas.
Y no se queda solo ahí, ya que Murakami también ha donado aproximadamente 10.000 discos de su legendaria colección de vinilos, la mayoría de jazz y de músicos como Billie Holiday, Sonny Rollins, John Coltrane and Miles Davis, muchos de ellos con el sello de Petercat, el nombre del club que regentó junto a su mujer en los años 70.
“Esto es algo muy importante para mí y quiero dejar claro el propósito: no tengo hijos y me preocupa que todos estos materiales se dispersen o se pierdan”, dijo el escritor en la conferencia de prensa en la que anunció la creación de la biblioteca. “Me haría feliz que el centro ayude a aquellos que quieran estudiar mi obra y espero que se convierta en algo que promueva el intercambio cultural”.
Lleva abierta ya dos años y en ella también se puede encontrar una réplica del estudio donde escribe Murakami, tocadiscos para escuchar sus vinilos y hasta una cafetería adyacente en la que se puede pedir su café favorito.
La arquitectura del centro también ha sido cuidada al máximo: es un edificio de cinco pisos al que se entra por un túnel que evoca el viaje que hacen mucho de sus personajes entre el mundo real y surreal, y de cuya renovación se ha ocupado Kengo Kuma, el responsable del Estadio Olímpico de Tokio. La financiación corrió a cargo de Tadashi Yanai, el fundador de Uniqlo y el hombre más rico de Japón, quien donó más de 10 millones de euros para su construcción.
“Me hubiera gustado que un lugar como este se hubiera construido después de mi muerte, para así poder descansar en paz y que otro se hubiera encargado de mantenerlo”, bromeó en 2021 Murakami, aludiendo a su propósito de seguir contribuyendo a la biblioteca en los años venideros. “Me pone un poco nervioso contemplarlo mientras sigo vivo”.
Vanity Fair