“No es un río” ocurre en el interior de la Argentina y con ella la autora se mete en esos lugares exclusivos de los varones. Aspira a una distinción cada vez más prestigiosa para la literatura traducida
Apenas el texto empieza se sabe que algo oscuro va a pasar. Dice así: “Enero Rey, parado firme sobre el bote, las piernas entreabiertas, el cuerpo macizo, lampiño, el vientre hinchado, mira fijo la superficie del río, espera empuñando el revólver”. Hay un revólver, tres, hombres, un río. Algo va a pasar en un paisaje y en un lenguaje que no pueden ser más argentinos, pero no de Buenos Aires ni de ninguna gran ciudad sino de “la isla”, del litoral, de la Argentina rural. No es un río, esa novela con algunas palabras de campo y algunas palabras en guaraní masticadas entre los dientes, hoy está en la lista de las posibles ganadoras de Booker Prize Internacional, el premio con el que el Reino Unido destaca los mejores libros escritos en otro idioma y traducidos al inglés. No es un río fue editado en Gran Bretaña por Charco Press. “Tiene bastante que ver con los amigos de mi papá, o con lo que yo imaginaba, de ellos”, ha dicho Selva Almada, la autora.
El Booker Prize Internacional es un premio que le viene peleando un lugar al Nobel. No por su dotación económica -ofrece 50.000 libras, unos 64.000 dólares a compartir entre autor y traductor, contra los 989.000 dólares del Nobel– sino porque aparece como un radar que detecta la escritura contemporánea de distintos lugares del mundo y la pone en la vidriera. En traducción, el inglés es el idioma que dice “ábrete sésamo” y muchas veces es desde allí que los libros viajan de una punta a otra del planeta.
La “lista larga” de nominados -son 13 títulos- se anunció este lunes y también la integran el escritor venezolano Rodrigo Blanco Calderón, el brasileño Itamar Vieira Junior, el albanés Ismail Kadare y la periodista peruana Gabriela Wiener. Fiammetta Rocco, a cargo del premio, declaró que la lista incluye libros que “hablan de valentía y bondad, de la importancia vital de la comunidad y de los efectos de enfrentarse a la tiranía”. y dijo que “aunque algunos autores y sus libros no resulten familiares a los lectores de habla inglesa, son célebres en sus países”.
Wiener está en la lista por Undiscovered, que en español se publicó como Huaco retrato, donde problematiza la conquista y el racismo a partir de su propia historia mestiza. “Lo más extraño de estar sola aquí, en Paris, en la sala de un museo etnográfico, casi debajo de la torre Eiffel, es pensar que todas esas figurillas que se parecen a mí fueron arrancadas del patrimonio cultural de mi país por un hombre del que llevo el apellido”, escribe.
Los seis libros finalistas -la “lista corta”- se darán a conocer el martes 9 de abril y el ganador en una ceremonia transmitida en directo desde Londres el martes 21 de mayo.
Almada nació en Villa Elisa, Entre Ríos. No en el campo sino en un pueblo y de ahí salen los personajes de No es un río –Not a river, en la versión que compite ahora-, que son tres hombres -dos amigos de toda la vida y el hijo del tercero, que murió- que van de pesca. Van al río pero son del pueblo y eso se va a notar en alguna macana que se van a mandar. Pescadores, lugareños,muertos que bailan con los vivos como si nada van a aparecer en la novela. Y el honor, “ese concepto netamente masculino”, decía Almada cuando salió la novela en castellano, en 2020.
El libro salió, efectivamente de una anécdota que Almada escuchó en una comida. Unos amigos que habían ido a pescar y le habían pegado un tiro a una raya que apareció. De guapos o, más bien, por miedo. A la escritora eso, el tiro, le quedó dando vueltas en la cabeza. Y allí se unió con personajes como los amigos con quienes su padre se iba a pescar. Entonces esa Selva-nena lo miraba y se llenaba de preguntas: “¿Qué hace cuando pesca que no trae pescados, trae resaca solamente?” Y “si van a ir a pescar ¿para qué llevan tanto asado? Un montón de vino, hielo… Los enseres de pesca eran el alcohol y la carne, y pan”.
Selva la nena miraba y Selva Almada la escritora pensó, a partir de eso, en losrituales masculinos, en esas zonas a las que las mujeres no entran. Y quiso indagar. La anécdota del tiro más las preguntas sobre papá fueron armando la novela, con la que la autora se mete por una ventanita a espiar ese mundo de varones.
De paso, reescribe una leyenda local, la de “La dama misteriosa”, que tiene hasta un chamamé del mismo nombre. En l aleyenda un joven va a un baile, baila toda la noche con una chica, se enamora, le presta el saco, la acompaña hasta la casa. Ella se queda con el saco como una excusa para verse de nuevo. Que lo vaya buscar mañana, le dice, y se encuentran. Y el joven va, pero sale a la puerta una mujer que le dice que no, “mi hija murió hace muchos años”. En el libro esa historia se cruza con otro mito, que es el de la Telesita, una niña que queda huérfana y a la que le gusta mucho bailar. Baila, baila, baila hasta que se prende fuego.
De esas cosas, de mitos, ideas, la observación de una chica y la vida en una provincia se hizo No es un río, el libro que apareció traducido en enero y ya aspira a uno de los grandes premios literarios de la actualidad.
Se lee a Almada con la calma y el aire de la provincia, con palabras como “cursientos”, “guazuncho” y “curupí”. Al principio, cuando era una adolescente a la que las palabras le latían, le huía como al diablo al “color local”. Después se mudó a Buenos Aires y, a la distancia, lo vio de otra manera: “Bueno, ¿por qué no puedo agarrar lo local y hacer otra cosa?”.
Lo hizo, lo hizo tan bien que se volvió una de las voces más potentes de la literatura latinoamericana de hoy.
Así fue que se tradujeron libros suyos como El viento que arrasa, Ladrilleros y Chicas muertas, que tuvo muy buena aceptación en el público -sorprendente, dijeron en su momento desde la editorial- de Gran Bretaña y de Estados Unidos.
Estos libros -como los de otras argentinas que fueron nominadas al Booker, como Gabriela Cabezón Cámara, Ariana Harwicz, Samanta Schweblin y Claudia Piñeiro, contaron con el subsidio que da el Programa Sur, de la Cancillería, que da fondos para ayudar a pagar la traducción. El sector editorial hoy teme por ese programa, que según trascendió este año pasaría de casi 320.000 dólares a 30.000, con lo que podría financiar apenas diez títulos.
La lista larga
Los 13 libros finalistas son traducciones de diez lenguas originales: albanés, neerlandés, alemán, italiano, coreano, polaco, portugués, ruso, español y sueco.
Los organizadores destacaron que “varios de los libros ponen de relieve la lucha de individuos y minorías frente a la opresión. La historia, tanto personal como nacional, pesa mucho sobre los personajes, ya sea como consecuencia de la resaca del comunismo en Europa del Este, el legado de la esclavitud y el robo de tierras en Brasil o el efecto embrutecedor de la dictadura militar en Corea”.
Eleanor Wachtel, Presidenta del jurado, afirmó: “Desde una protesta en lo alto de la chimenea de una fábrica en Corea del Sur hasta un viaje de pesca transformador en la remota Argentina, desde las violentas calles de Kiev en 1919 hasta una devastadora relación sexual en el Berlín Oriental de los años ochenta, nuestros libros finalistas ofrecen impresionantes evocaciones de lugar y tiempo. He aquí voces que reflejan originales ángulos de observación. Con modos de expresión convincentes, a veces líricos, cuentan historias que nos permiten comprender, entre otras cosas, el modo en que el poder político dirige nuestras vidas”.
La lista completa incluye los siguientes títulos:
- Not a River de Selva Almada, traducido por Annie McDermott
- Simpatía deRodrigo Blanco Calderón, raducido por Noel Hernández González and Daniel Hahn
- Kairos de Jenny Erpenbeck, traducido por Michael Hofmann
- The Details de Ia Genberg, traducido por Kira Josefsson
- White Nights de Urszula Honek, traducido por Kate Webster
- Mater 2-10 de Hwang Sok-yong, traducido por Sora Kim-Russell y Youngjae Josephine Bae
- A Dictator Calls de Ismail Kadare, traducido por John Hodgson
- The Silver Bone by Andrey Kurkov, traducido por Boris Dralyuk
- What I’d Rather Not Think About de Jente Posthuma, traducido por Sarah Timmer Harvey
- Lost on Me de Veronica Raimo, traducido por Leah Janeczko
- The House on Via Gemito de Domenico Starnone, traducido por Oonagh Stransky
- Crooked Plow deItamar Vieira Junior, traducido por Johnny Lorenz
- Undiscovered de Gabriela Wiener, traducido por Julia Sanches
Quién es Selva Almada
♦ Nació en Villa Elisa, Entre Ríos, Argentina, en 1973.
♦ Vive en Buenos Aires hace más de veinte años.
♦ Su obra fue traducida a varios idiomas.
♦ Entre sus libros están El viento que arrasa (2012), donde explora las complejas relaciones paterno-filiales y la fe. Se sitúa en el norte argentino; Ladrilleros(2013), que indaga en una enemistad ancestral entre dos familias; Chicas muertas (2014), que combina periodismo y literatura para investigar tres casos reales de femicidios en Argentina y El mono en el remolino (2019), un diario de filmación que relata la experiencia de Almada durante el rodaje de Zama de Lucrecia Martel, brindando una perspectiva íntima sobre el proceso creativo en el cine.
Fuente: Infobae