- Será el lunes en el mismo espacio de Callao y Paraguay que dirigió Natu Poblet hasta su muerte en 2017.
- Se trata de una iniciativa de Raquel Rodrigo, que también recuperó El Tropezón y apunta a salvar el Teatro 35 a pocas cuadras.
Poner en valor y reabrir Clásica y Moderna parecía una quimera. Sin embargo será realidad el próximo lunes cuando Raquel Rodrigo, alma mater de este proyecto, ilumine de nuevo uno de los reductos culturales y gastronómicos más queridos de Buenos Aires, el mismo que la inolvidable Natu Poblet –fallecida en 2017– convirtió en una marca de la Reina del Plata.
Rodrigo recibe a Clarín Cultura en el subsuelo de El Tropezón, otro emblema porteño que rescató hace seis años, y nos advierte que tengamos cuidado al bajar y subir la escalera “que es de 1896”.
Pero antes de entrar en materia cabe presentar a Raquel Rodrigo, una mujer activa (es abuela y madre de tres hijos de 40, 36 y 33 años), de mirada directa, a quien se le advierte de inmediato una energía emprendedora.
Docente y fundadora de una escuela modelo en Morón, fue desde 2003 y hasta 2019 –cuando la artista se retiró– la productora en Argentina de Carmen Flores, hermana de la inolvidable “Faraona” Lola Flores. Con ella recorrió desde La Quiaca a Ushuaia en giras artísticas. Es además parte de una Pyme familiar de alimentos.
La recuperación
¿Cómo se decidió a poner en valor Clásica y Moderna que cerró en 2019 con una carga importante de deudas?
Así comienza la historia. “Clásicatiene mucho que ver con la historia de El Tropezón. La clave es recuperar estas joyas de Buenos Aires que están cerradas por distintas razones. Yo amo lo porteño y me parece fundamental reabrir estos espacios. Un día pasé por Clásica y Moderna, en avenida Callao 892, y vi que las cortinas estaban bajas, muy feas, con grafitis, y me pregunté por qué estaba cerrado. Allí comencé a buscar a la dueña de la propiedad y le dije que quería comprar o alquilar. La familia, que es del interior, no quiso vender, pero aceptó alquilarme el espacio y yo compré todo lo que está adentro”.
Cuenta Rodrigo que, previo a todo, hubo que resolver el entuerto judicial –que no era menor– y a partir de allí puso manos a la obra.
“Quiero reabrir Clásica porque es un símbolo, una joya de Buenos Aires”, se dijo la flamante dueña de Clásica y así se lo cuenta entusiasmada a Clarín Cultura. Este año, recuerda, “se cumplen 85 años desde que Emilio Poblet la fundó como librería. Dios siempre me pone estas cosas en las manos”.
Hubo que realizar muchos trámites judiciales para liberar el pesado embargo que había sobre Clásica, hasta que Raquel obtuvo la llave para levantar la persiana y entrar al reducto cultural al que Natu Poblet le imprimió un sello tan propio, tan de encuentros y tertulias sin tiempo.
Rodrigo se alegra porque uno de los rescates que se hizo fue el del piano de media cola, un regalo de Sandro a Clásica y Moderna. “Tenían un piano vertical y Sandro les regaló este otro que es precioso y está en muchas fotografías”, narra.
Todo fue recuperado, restaurado y puesto en valor. Llevó su tiempo, con una inundación hace unos días que hubo que sortear con mucha ayuda (“éramos 16 personas limpiando y poniendo a punto durante doce horas para llegar con la fecha de reapertura”, cuenta con orgullo).
Un dato que emocionará a los habitués de Clásica es que, según nos cuenta Raquel, “la librería está intacta”. Increíblemente, dice, todo estaba como si el espacio no hubiera estado cerrado tanto tiempo. Como si el espíritu de Natu se hubiera quedado cerca de lo que más amó en la vida –los libros– hay más de 6.000 volúmenes en perfecto estado de conservación. Salomé Quiroga será la bibliotecaria al frente de la biblioteca, mientras que Adrián Aguilera será el chef a cargo de la cocina.
“No tienen olor a humedad, no fueron comidos por las polillas, la librería tuvo un ángel aparte porque se conservó tal cual y no hubo que tirar ni un solo libro”, dice con expresión sorprendida. Y en este punto le contamos que Natu amaba los libros, los recomendaba, los atesoraba y que para ella representaban el centro de su universo.
Una de las anécdotas que conmueve a Raquel Rodrigo es que el último sábado, mientras se acondicionaba Clásica y Moderna para su reapertura, “pasaban los vecinos, no uno o dos, sino muchos vecinos, mucha gente que nos decía que era una felicidad y una alegría que volviera Clásica. Eso me da mucha fuerza para seguir”, dice conmovida.
Lo mismo le pasó con la reapertura de El Tropezón, que llevaba 34 años cerrado, cuando Raquel puso manos a la obra. “Vi mucha gente llorando de emoción cuando reabrimos las puertas”, recuerda.
¿De dónde viene esa impronta por recuperar espacios culturales o gastronómicos que son un símbolo porteño y han permanecido cerrados?
Dice Rodrigo, con una sonrisa amplia y sabe que está dando una primicia, que aún le queda por inaugurar en marzo de 2024 otro espacio cultural que supo ser un hito de la noche porteña: el antiguo Teatro 35, en avenida Callao y Corrientes.
“Mi familia tiene un estacionamiento al lado y un día fui a ver la propiedad porque queríamos ampliarlo. Ahí me encontré con este antiguo teatro francés en un subsuelo. Allí debutaron Rodolfo Bebán, Virginia Lago, Norberto Suárez. Es otra joya y se va a llamar Albur, por la letra de la canción El corazón al sur, de Eladia Blázquez, porque lo mío es parte del azar, una suerte, y ese es el significado de albur”.
Dice la emprendedora que solo cree en el trabajo en equipo. Y que aunque ella es la cara visible cuenta con personas valiosas que empujan hacia adelante siempre. A la cabeza de la restauración y puesta en valor de Clásica y Moderna –así como de Albur– está el reconocido arquitecto, artista visual y escenógrafo Alberto Negrin, y Ayelén Coto coordina el equipo que trabaja con Raquel Rodrigo.
A la inauguración de Clásica asistirán el próximo secretario de Cultura de la Nación, Leo Cifelli; la ministra de Cultura de la Ciudad, Gabriela Ricardes; el filósofo Santiago Kovadloff –amigo entrañable de Natu Poblet– quien hará una interpretación con su trío Orfeo, y Sandra Mihanovich que cantará Honrar la vida.
La flamante dueña del espacio dirá unas palabras “basadas en el agradecimiento a Dios y a la vida que me pone estas cosas en las manos. Lo que es la inspiración para un poeta o para un pintor, a mí Dios me inspira con las cosas que me pone en las manos”. Previo a todo sonará el Himno Nacional en la voz de un tenor.
La magia de Buenos Aires reaparecerá el próximo lunes sobre avenida Callao casi Paraguay. Sonriendo, con su atuendo singular y su bastón elegante, Horacio Ferrer hubiera susurrado: “No ves que va la luna rodando por Callao…”.
Por Sandra Reinoso
Clarín